LA VOZ y la opinión


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El forjador de los conjuntos musicales de “Tzahal”:
SHAUL BIBER

Por Moshé Korin
Desde 1956-7, años en los que estudié en el “Majón Grinberg” (Instituto para maestros hebreos en Jerusalem), gracias a Ilana, nuestra profesora de canto y música, que a su vez había sido convocada para ser miembro de la “Lahakat haShirión” (conjunto musical de la división de blindados), tuve mucho interés y traté de seguir la carrera de quien fuera para Ilana y luego me fui enterando, que para gran cantidad de cantantes, músicos y público amante de las canciones populares, el inspirador, propulsor y creador de los conjuntos musicales de “Tzahal” (Ejército de Defensa de Israel), Shaúl Biber.
Así, pues, cuando tuve oportunidad de verlo, hace un año aproximadamente, gracias a la intermediación de un amigo de la infancia, Melej Ziv (Zaionchik), que vive en Israel hace más de cuarenta años y se halla involucrado en la bohemia de Tel Aviv, fue para mí una vivencia excepcional. Luego de habérmelo presentado quedé con Biber, que lo voy a entrevistar donde y cuando él disponga, mientras me encuentre de visita en Israel.
La cita fue fijada por Shaúl en el muy conocido “Café Tamar”.
El mítico “Café Tamar” de Tel Aviv en la calle “Shenkin” esquina “Ajad Ha-Am”, es recordado por los residentes veteranos de Tel Aviv hace décadas. Desde siempre, el café constituyó un lugar de encuentro para escritores, intelectuales y bohemios, algunos de los cuales ya dejaron este mundo y otros nuevos ocuparon su lugar. Pero el café permanece, así como su propietaria, Sara, quien continúa sirviendo a sus “habitués” como lo haría una madre preocupada y ruidosa, que sabe exactamente qué y cómo cada uno de ellos gusta de comer y beber.
Esperé a Shaúl Biber en una mesa ubicada en un rincón, y lo observé mientras ingresaba. Un hombre pequeño y grande al mismo tiempo. Con pasos medidos, como corresponde a quien carga con 84 años, pero con ojos jóvenes y rientes, e intercambiando saludos de “shalom” a diestra y siniestra. ¿Qué más se puede decir?: un “palmajnik”. Shaúl, nacido en Israel, es conocido por todos como un eterno “palmajnik”, y como el padre de las agrupaciones musicales del ejército; y precisamente sobre estos temas quería charlar con él.
Pedí a Shaúl Biber que contara sobre sí mismo.
“Soy egresado de ´Kaduri´”. Así comenzó Biber sus palabras. “Kaduri” es una escuela que fue fundada como colegio agrícola en los años treinta, y sus primeros egresados eran miembros del “Palmaj” (acrónimo de “Plugot Majatz”, compañías de choque del ejército en formación), entre los cuales había figuras de las más famosas del país: Itzjak Rabin, Primer Ministro; Igal Alon, comandante del Palmaj, parlamentario y ministro; Jaim Guri, poeta y escritor, y muchísimos otros”.
En los años ´60, “Kaduri” absorbió una división de nuevos inmigrantes, venidos en el marco de “aliat ha-noar” (Institución para la absorción de jóvenes inmigrantes), y en la actualidad estudian en él, entre otros, “olim jadashim” que arriban como parte del proyecto “Na´alé” (Noar olé lifnei horim - Programa para alumnos de la diáspora a fin de que puedan finalizar sus estudios de la escuela secundaria en Israel, reconocido en su país de origen con título habilitante para cursar estudios terciarios en Israel o en su país de origen). Agricultura es algo que ya no se aprende en “Kaduri”, pero se estudia comunicación, ciencias e informática.
“En aquellos días lejanos,” agrega Shaúl, “estudiaban en él quienes encabezaban el “Palmaj”, que precedió al Ejército de Defensa de Israel”.
¿Qué lugar ocupa Ud. en todo este cuadro?
“Como egresados de la escuela agrícola ´Kaduri´ y como hijos de aquella época, nos veíamos predestinados al “kibutz” y a la colonización, y naturalmente a dedicarnos a trabajar la tierra a partir de un ideal. No ser comerciantes en la ciudad, y no ver en el dinero lo único que importa, sino vivir una vida en sociedad basada en la agricultura. Constituir lo opuesto al carácter galútico del pueblo judío de la diáspora, que se había desvinculado del trabajo de la tierra”.
“De ´Kaduri´ de manera natural salgo al “Palmaj”. Me enrolé en él desde sus inicios, en 1941, y asumí distintas funciones. Fui enviado a trabajar con la “aliá Bet” (inmigración clandestina, que traía barcos con “ma´apilim” -inmigrantes ilegales- a Palestina bajo las narices de los británicos). “Traje varios barcos con “ma´apilim” y, ya en vísperas de la creación del Estado, también barcos con armamento, para pertrechar al ejército que no teníamos”.
“Con posterioridad, continué mi camino al ejército como militar. Pero siempre, junto a toda mi actividad en el ejército, me sentí atraído por lo relacionado con la cultura: teatro, “sketches” humorísticos, escritura de canciones y canto. Ya durante mi servicio militar, cuando se fundó el teatro “Cameri”, yo estaba vinculado con sus fundadores y ellos me dieron empleo como lector de piezas teatrales”.
“En el año 1956, tras la ´Campaña del Sinaí´, conocida en Israel como ´Operación Kadesh´, pensamos que habíamos alcanzado la tranquilidad y el sosiego. Yo no era una persona militante, el encanto del ejército se había terminado, y mi único deseo era ser dado de baja y perfeccionarme de algún u otro modo en algo relacionado con la cultura. Todavía no me había formado una opinión absoluta sobre esta materia, pero tenía claro que no me convertiría en un empleado bancario. No quería ser actor, sino formar parte de la administración de un teatro y, o de conjuntos músicales. Era algo apropiado para mí”.

¿Cómo era su relación con el Ejército, la educación y la cultura?
“Por aquella misma época comenzó a cobrar forma en el ejército el interés por la educación. El ejército estaba compuesto en gran medida por nuevos inmigrantes, y la importante misión era enseñarles hebreo, canciones y geografía de Israel. Y yo me convertí en el encargado de educación del Cuerpo de Blindados, dado que mi servicio militar yo lo había hecho en blindados. Fui comandante de compañía, subcomandante de batallón, y comandante de batallón, y fuera de eso hice actividades muy originales, tales como el coro de blindados. Hoy todo está dividido: la Comandancia Norte tiene una división de blindados; la Comandancia Sur también, pero por aquel entonces la estructura era completamente distinta; todo Blindados era una sola fuerza. Aparentemente tuve éxito en mi cometido, ya que fui convocado al Estado Mayor Conjunto y se me solicitó que hiciera las mismas cosas abarcando a todas las fuerzas”.

¿Cómo fue el paso del Palmaj y los movimientos juveniles, a Tzahal?
“El ejército era distinto del “Palmaj” desde el punto de vista militar, pero desde una perspectiva espiritual era su continuador. El “Palmaj” estaba compuesto de movimientos juveniles, en los cuales tenía una importancia de primera magnitud la vivencia y las canciones, mucho más que las disertaciones y charlas ideológicas. Tanto en el “Palmaj” como en “Najal” (acrónimo de “Noar Jalutzí Lojem”; juventud pionera combatiente), que le sucedió. Y realmente, todas las estrellas de la “Lahakat ha-Najal” eran egresados de movimientos juveniles. La transición al ejército no era tajante, tan sólo el marco había cambiado, pero los jóvenes eran los mismos, y la vivencia, la misma. Y así, en forma natural, asumí esta tarea de formar agrupaciones musicales del ejército.
El ejército era por entonces sacrosanto; el trato hacia él era serio, y quienes escribían las canciones, estribillos y melodías eran los más granado de los creadores de aquel entonces”.
¿Me podría dar algunos ejemplos?
“Natán Alterman, Iaacov Orland, Jaim Guri, y jóvenes de una generación posterior, como Naomi Shemer y Ioram Teharlev. Aquellas eran las canciones más cantadas entonces. En la radio había habitualmente en forma semanal programas con pedidos de los oyentes, y los primes cinco-seis lugares eran ocupados por las agrupaciones del ejército. Había una supervisión sobre las cosas, no censura, sino un sentido de responsabilidad, una relación de respeto; las letras eran letras y las melodías, melodías; los músicos eran tales, y el público respondía en consonancia. Ese era el estándar. Hermano, ¡aquellos eran días!
Poco a poco se entendió que las canciones de amor y humorísticas aportaban y servían y podía agregar mucho, e incluso nos permitimos hacer un “entremés” divertido y gracioso sobre un soldado “shlimazl” (pobre desgraciado-infeliz, desafortunado, desdichado) que resulta victorioso. Al principio algo así hubiese sido impensable, pero nosotros podíamos permitírnoslo.
Tras la Guerra de los Seis Días, una Tierra de Israel gigantesca, los soldados reciben comida y todo lo que necesitan, pero lo que les faltaba era entretenimiento. Televisión todavía no había y las agrupaciones del ejército no formaban parte de la norma castrense. La cosa estaba en manos de comandantes militantes, quienes se oponían a ´esas tonterías´. Para fortuna nuestra, no todos eran así, y existía una competencia entre los mandos sobre quién trendría la mejor agrupación. Arik Sharon, por ejemplo, que era Brigadier General del Mando Sur, proporcionó los medios, e inmediatamente surgió una banda. Los conjuntos sirvieron a los soldados con gran lealtad.
Había entonces diecisiete cuerpos de entretenimiento, incluyendo la orquesta de Tzahal, a los cuales yo integraba y enviaba a los soldados en el campo. Existía entonces comprensión acerca de la importancia de esta cuestión y yo recibí respaldo. Ningún músico o cantante, salvo Shoshana Damari o Iafa Iarkoni, podía competir con las agrupaciones del ejército”.
Cuando Shaúl habla de las agrupaciones musicales del ejército, el tono de su habla cambia. Se entusiasma, se enoja, se suaviza, desea convencer de cuán importante era la cosa, hasta qué punto formaba parte inseparable del paisaje militar y civil al mismo tiempo.
¿Cuál fue el aporte del Palmaj a la cultura hebrea?
“El “Palmaj” aportó la generación de escritores y poetas del “Palmaj”. Hay un poema de Alterman que los caracteriza: “Misaviv Lamdurá” (En torno a la fogata). A continuación me recitó una estrofa del mismo:
“Manashir aleihem, manashir...”
“qué cantaremos sobre ellos, qué cantaremos,
ellos lo hacen mejor que nosotros,
por sí mismos se escriben un poema,
e incluso libros ya nos dieron.
Así es el “Palmaj”, no deja
tarea alguna a quien no es “uno de nosotros”...

“La generación del “Palmaj” en la literatura es una “camarilla literaria” de jóvenes, surgida por inspiración de Shlonsky y Alterman. La formaban, entre otros también, Moshé Shamir, Jaim Guri y Jaim Jefer”.
“La cultura, la literatura y la música hebreas recibieron la influencia de la experiencia del Palmaj, una vivencia de fraternidad entre combatientes, de ´sabridad´ (de la palabra “sabra”- nacido en Israel) raigal, de espíritu pionero y realización. La vivencia de la capacitación agrícola y el kibutz, la fogata y el combate, permaneció en las canciones y estribillos, y se cantan hasta hoy.
La muerte pasó a formar parte de la literatura del “Palmaj”. La muerte en el campo de batalla, por el bien común, por la población judía, era percibida como un hecho esplendoroso, y aparece en numerosas canciones. Las canciones fueron escritas por los mejores poetas como Jaim Guri y Jaim Jefer, y fueron musicalizadas por los más destacados compositores de la época, como Sasha Argov y Moshé Vilensky.
Numerosas canciones fueron musicalizadas con melodías rusas o árabes. Palabras árabes fueron incorporadas en las canciones y pasaron a ser parte del dominio público, tales como ´chizbat´ y ´finyán´. Las canciones reflejan por un lado ´risas´, y por el otro la solemnidad de una generación que debe soportar la carga de defender la patria, y entrega su alma por ella”.

La cultura entonces y ahora, ¿qué cambió?
“Hoy en día ya no se puede saber qué es la cultura. Se habla de cultura gastronómica, entonces yo digo que también un gato tiene cultura, dado que también él come...
En la actualidad, la televisión en Israel y en el mundo causa estragos en la cultura. Por un lado es un instrumento que trae cultura; por el otro la achata. El “rating”, destinado al gran público, opaca la cultura. Un niño nacido en un hogar en el cual se leen libros, leerá también, pero muchos niños prefieren mirar televisión a abrir un libro. Alguna vez estuvo de moda ser culto. Un muchacho que cortejaba a una muchacha no podía hacer alarde de su billetera. Hoy es algo legítimo, garantiza un departamento y un automóvil y buenas condiciones de vida. Pero por aquel entonces, en el movimiento juvenil, los órdenes de importancia eran completamente distintos, era una vergüenza no leer. Todos leían. Y todos participaban en los movimientos juveniles”.
Shaúl me preguntó si recordaba el himno del “Palmaj”, y quienes estaban sentados en el café se sorprendieron al escuchar el canto que provenía de nuestra mesa. Nuestra conversación no fue continua. Cada vez que Shaúl mencionaba una canción, la tarareábamos, y no siempre en voz baja. Recordamos músicos, curiosidades, chistes que se contaban por entonces, poetas, escritores, de aquellos que solían sentarse en el café “Tamar” o “Kasit”.
Modestia aparte, no quiero dejar de mencionar su sorpresa, por alguien relativamente joven con respecto a él, nacido y educado en la lejana Argentina, que conociera tantos vericuetos de la cultura israelí.
Nos desplazamos hacia atrás y hacia adelante en el tiempo. Cada tanto sonaba el teléfono celular de Shaúl. El día de nuestro encuentro, su hija estaba por dar a luz y todos querían saber cómo se encontraba.
Y del movimiento juvenil regresamos de manera natural a las agrupaciones musicales del ejército.

¿Hoy en día existen grupos musicales del ejército?
“¿Por qué tendría que haberlos? Leí en el diario que el director de personal en el Estado Mayor Conjunto de Tzahal decidió renovar las agrupaciones musicales. Es exactamente como si decidiera que de hoy en adelante nacieran niños lindos. ¿En base a qué decide? ¿No sabe que existe la televisión? Los soldados no quieren agrupaciones musicales; prefieren la actuación de una cantante. Alterman no les interesa; sobre Sasha Argov jamás escucharon; sobre Zohar Argov sí escucharon. No es una cuestión de gusto, es, en mi opinión, una cuestión de ignorancia”.
Shaúl habla con dolor de estas cuestiones, que están en su pensamiento. Quise traerlo de nuevo al tema precedente, la cultura.

¿Pero Shoshana Damari no es un ejemplo opuesto de lo que acaba de decir? ¿Cómo la puede relacionar con su teoría sobre la cultura?
“Así como Naomi Shemer escribió “para todas tus canciones, yo soy un violín”, Shoshana Damari fue el violín de su generación. Ella fue un fenómeno. Aquello que Edith Piaf fue en Francia y Um Kulthum en Egipto, Shoshana Damari lo fue en Israel. ¡Un fenómeno!”
“Desde el instante en que comenzó a cantar, tuvo un sentido excepcional para elegir únicamente buen material. Ella cantaba principalmente canciones de Natan Alterman y Iaakov Orland, musicalizadas por Moshé Vilensky, canciones en las que había una correlación entre la letra y la melodía”.
“Alterman tenía canciones serias, y tenía canciones con humor, y Shoshana se adaptaba a todas ellas. Ella respetaba muchísimo a las personas cuyas canciones ella interpretaba, y tenía una gran responsabilidad para ejecutarlas de la mejor manera, cuidando meticulosamente la dicción y pronunciación. Ponía sumo cuidado en pronunciar cada letra en forma correcta”.
“Los músicos de hoy en día se intercambian entre ellos, como la espuma sobre el agua y como su público; Shoshana Damari tiene un público de admiradores desde hace sesenta años. Shoshana Damari es un clásico, por siempre será la única e inigualable”.
Este encuentro tuvo lugar, poco tiempo antes del fallecimiento de la mítica cantante israelí. Recuerdo haber leído en el Diario “Haaretz” para los “Shloishim” (treinta días) del deceso de la gran intérprete de la canción hebrea, que Dan Almagor (un investigador en el área de la literatura, experto en música hebrea, canciones y teatro) contó que “algún tiempo antes de su fallecimiento preguntó a Shoshana Damari si ya se había inmunizado contra la gripe. Ella le respondió que no necesitaba hacerlo, porque en el momento en que el microorganismo oliese el “sjug” (condimento picante con el que los yemenitas acostumbran sazonar la comida), inmediatamente huiría. Pero desgraciadamente, el microorganismo no se asustó, y nosotros perdimos a la cantante única e inigualable, que no tiene reemplazante”.
Durante la charla me comentó que estaba por ser nuevamente abuelo, algo sobreentendido por la cantidad de llamadas telefónicas que recibió al respecto, así que por la noche llamé a Shaúl y le pregunté cómo estaba su hija, y me contestó con la alegría de un orgulloso abuelo que tenía una nieta preciosa, llamada Noga. Le deseamos a él y a su familia, buena suerte.
Quisiera terminar esta nota con unas palabras de agradecimiento y sorpresa que Shaúl Biber me expresó al finalizar la conversación telefónica. El no podía salir del asombro, de algo que yo le había recordado en el “Café Tamar” : Su éxito en la audición radial “Shloshá be’sirá ajat” (tres en un bote, que se transmitía por “Kol Israel” a fines de la década del 50 y principios de la del 60 del siglo pasado. Le recordé una frase muy ingeniosa que él repetía asiduamente: “¿Por qué un perro que ladra no muerde?” “¡Pues el perro es amigo del hombre y no quiere contradecir ni desbaratar el refrán que los humanos inventaron!”
Tal vez cuando Noga crezca, ya haya paz, ya no exista un ejército y entonces verdaderamente no habrá necesidad de bandas musicales del ejército, y Shaúl Biber podrá estar tranquilo.


Sept - Octubre 2006 / Tishrei 5767
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